Hoy es imposible imaginar una mesa chilena sin palta, pero no siempre fue así. Aunque la palta es originaria de América, las variedades comerciales que hoy amamos tienen una historia fascinante de migración y adaptación.
Los pioneros de Quillota
A principios del siglo XX, visionarios agricultores trajeron injertos desde California, buscando diversificar los cultivos de la zona central. Se dieron cuenta rápidamente de que el microclima de Quillota —protegido de las heladas y con agua pura de deshielo— era incluso mejor que el de California.
El auge de la Hass
Si bien la variedad Fuerte (de piel lisa y verde) reinó durante décadas, la llegada de la variedad Hass revolucionó el mercado por su resistencia al transporte y su sabor cremoso y nuezado. Hoy, Chile es uno de los principales exportadores mundiales, y todo comenzó aquí, en nuestros valles.
Cada vez que comes una palta de Pablito, estás probando un pedazo de historia agrícola chilena, cultivada con técnicas que respetan esa tradición centenaria.